Existe una serie de características que suelen acompañar en mayor o menor número y con carácter más o menos severo a los tres criterios diagnósticos del TDAH. Durante algunos años se consideraron como expresiones de carácter físico-psicológico-comportamental que no entraban dentro de la normalidad, pero que tampoco correspondían a una patología psicopatológica concreta, aunque los sujetos, especialmente adultos, que mostraban algunas de estas características recibían una denominación específica (ej: los individuos inquietos e irresponsables recibían el nombre de “psicópatas inestables”).
Estas alteraciones, consideradas durante muchos años como patología no asociada al TDAH, pero con la que debía hacerse el diagnóstico diferencial, se denomina actualmente trastornos comórbidos. Estos trastornos no tienen todos la misma importancia sino que constituyen signos de muy diversa trascendencia para el comportamiento y el porvenir de las personas que los presentan. El hecho de denominarse “comórbidos” ya indica el añadir factores desfavorables a los tres signos fundamentales del TDAH.
Los trastornos comórbidos con el TDAH reconocidos actualmente (aunque podrían añadirse algunos más) quedan expuestos en la Tabla II.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El TDAH sólo se parece a él mismo. No es posible confundirlo con otro síndrome. No obstante, hay que reconocer que existen matizaciones que conviene tener en cuenta ya
que no están bien establecidos los límites de este cuadro y entre qué márgenes se mueve, y tampoco se conoce cuándo se puede considerar que un sujeto presenta TDAH asociado con algún trastorno comórbido severo (ej: obsesión, agresividad, conflictividad social, actitud oposicional desafiante) que los convierte en personas irresponsables y peligrosas, pero conscientes de lo que hacen, y cuándo pueden considerarse que padecen una demencia y sus actos carecen de responsabilidad consciente. Por un lado, no se ha establecido el límite o frontera entre personalidad hiperactiva- impulsiva y patología hiperactivia-compulsiva (en ambas teóricas circunstancias sirve la misma medicación), y, por otro, tampoco se conoce una escala que permita identificar la separación entre actos conscientes y controlables motivados por varios de los trastornos comórbidos mencionados y cuándo pueden considerarse como incontroladas e inconscientes muchas de las acciones
cometidas por estas personas (ej: agresiones a los padres, violencia de género, etc.).
No existe mucha diferencia en algunos casos entre la actitud de una persona con TDAH y un
obsesivo-compulsivo o incluso un esquizofrénico. Además, las investigaciones bioquímicas-genéticas han situado muy próximas las zonas cromosómicas relacionadas con el TDAH y la esquizofrenia. No obstante, deben tenerse en cuenta siempre los criterios diagnósticos mostrados en la Tabla I ya que hay circunstancias puntuales que pueden desestabilizar emocionalmente a los individuos y manifestar signos (Tabla III) que pueden recordar a los que tienen los sujetos con TDAH.
Saludos,
ResponderEliminarInteresante esta pagina ecuatoriana que aborde este tema. Impresionante que de acuerdo a lo que se afirma hay una similitud con sintomas que han sido ubicados tradicionalmente como componente de enfermedades mentales, tales como la esquizofrenia. Creo que esa afirmacion merece investigacion con los casos que se hayan diagnosticado en nuestro pais, no le parece?